domingo, 11 de octubre de 2009

Ella duerme tras el vendaval.

Después de todo aquel cielo azul con brotes rojos y lágrimas de acohol. Se deshizo ante la luz, ante la espera. Se transformó con el tiempo. Se camufló entre sexo, olvido y placer. El suelo se caía a medida que lo pisaban sus pies, y se sentía en el aire, entre el espacio y el tiempo, entre la distancia. No sé si escuchaba, si padecía, o si sentía. No sé cuando, ni donde, ni por qué. No sé su nombre, pero qué mas da, cada noche cambiaba. Y sus manos se deslizaban, se movían tan suavemente, tran frágiles. Excéntrica. Corre, espera, pasa, finge, grita. Y sólo por verte, mirarte. Sentirte y dejar que te alejes de tí, de vez en cuando.

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