Agitado, se sumergía en aquellas escaleras hacia abajo y en su mundo patas arriba. El sudor recorría cada poro de su piel y en su cabeza frases y frases chocaban unas con otras sin sentido alguno. Su respiración era cada vez más acelerada y paso a paso, se quedaba sin aliento. Cada escalón, cada movimiento, cada error, se unía al otro sin cesar. Dolía tanto el pasado, el presente y el futuro... Tantas imágenes grabadas hasta el fondo. Su vida era un laberinto sin salida, una espiral. El continuo esfuerzo por salir adelante había acabado con las ganas de seguir. El agotamiento psiclógico superaba al físico. La luz le dañaba considerablemente los ojos, y el alma. ¿Esto es la vida, sufrimiento? se preguntaba. Y las estacas clavadas en el pecho, el dolor emocional, los recuerdos abrasándole la piel. Su mirada llevaba tanto, tanto dentro, que dolía. Ayuda, no necesitaba ayuda, necesitaba irse, o morirse. Resultaba paradójico oírle hablar de la muerte sin cesar, como una posibilidad de tantas. ¿Cómo llegó hasta allí? ¿Cuál fue el principio del fin? Era...llegaba a ser tan sobrenatural su desvelo y su dolor, tan desesperante su jaula de cristal. Era tan caótico, era, como si llevara el peso de 500 vidas y 565 dolores del alma encima, como si en su rostro se escribiera un continuo pasado enjaulado.
Y su vértigo a la vida...
Sinceramente me recorre el cuerpo de fortaleza la gente que ve la muerte tan serena. Capaz de enfrentarse a ella sin el más mínimo miedo. Niños con cancer al borde de la muerte valoran mucho más las cosas que cualquier otra persona. Sonrisas, abrazos, y el más minimo miedo a algo que saben que en una milésima de segundo les puede quitar la vida.
ResponderEliminarHe estad varias veces de frente a ella y creo que nunca podré llegar a aceptarla del todo. Mi hermano estuvo apunto de morirse hace seis años, y sin embargo aquí esta.
No sé por qué te cuento esto, pero me vino a la mente y no me lo podía callar.
Un Lacasito? No, un incendio doble sin hielo, baby.