sábado, 27 de febrero de 2010

Sordido.

Locura, desgarro o descontrol. Hoy me apetece cruzarme con una persona diferente, una mirada diferente, una conversación diferente. Unos labios diferentes, unas manos diferentes, una forma diferente. Una sonrisa diferente, una carcajada diferente. También quiero crecer muy rápido, aprender muy rápido, soñar muy despacio. Quiero gritar muy alto, llorar muy poco, llegar muy lejos. Quiero arder, prender, acercarme al cielo. Quiero huir, salir, fingir.

jueves, 25 de febrero de 2010

El valor para marcharse, el miedo a llegar.

Suelo quejarme de las despedidas. Suelo hacerlo porque digo que, constantemente, vienen sin avisar, y van sin que me haya dado cuenta. Me quejo de que no las saboreo, porque ni siquiera sé que están, de que no me conceden tiempo suficiente, de que ningún tiempo será nunca suficiente. Ahora, sin embargo, estamos aquí, anunciando esta despedida, susurrando palabras de amistad a nuestros oídos mientras nuestros brazos se recogen. Ahora, estamos aquí, y aunque sepa que me despido de tí para siempre, o quizá la palabra siempre sea demasiado abismal como para nombrarla, aunque lo sepa, no me lo creo. No he terminado de abrazarte lo suficiente ni te he repetido las veces suficientes que aquí estaremos aunque sea a kilómetros y kilómetros y kilómetros de distancia.

miércoles, 24 de febrero de 2010

La frontera entre siempre o jamás.

He aquí el quid de la cuestión. Nuestros caprichos se han reducido a esto, a una mirada agradable, culpable, y a un abrazo de despedida. Me haces sentir pobre, pobre de sentimientos, como si no tuviera otro modo de acabar, nunca. Por eso sonrío, creo, para enriquecerme de mí y de mis actos, pasados o futuros, e incluso presentes. Esta es mi manera de hacerme (y haceros) ver que todo marcha bien, de nuevo, o aún. Sin embargo, sigue rondando por mi cabeza si acaso merece la pena dejarlo todo por un minuto de interferencias, si acaso vale la pena satisfacer mis caprichos a pesar de las obvias consecuencias cercanas. En esto me baso, a veces prefiero sentir de todo, bailar con la luna, recorrer mis deseos, de punta a punta, mirar, arriesgarme el pecho, dejarme la piel. El momento, el minuto, la intensidad. Creo que mi vida(y quizá también la vuestra, aunque todo depende) está llena de momentos, de situaciones, que conllevan a consecuencias. Bien, de aquí lo importante para mí son las situaciones, no las consecuencias. Aunque mis consecuencias suelen ser un infierno, quizá porque me gusta sufrir un poquito de vez en cuando, cosa que sé que debo arreglar, y que de hecho, ahora mismo estoy experimentando, ya que, bueno, habiendo ocurrido ya, habiendo pasado y llegados a este punto, no veo necesario lamentarse de nada. Quizá mañana mi actitud cambie, cosa que también debería perfeccionar. Contrólate. Contrólate. Oh, cielos, me contradigo constantemente. Separemos las cosas. Bien: vive el momento, rechaza lo posterior. Sí.
Antes de ayer, mientras llovía a cántaros y yo le daba vueltas a lo que ocurriría al día siguiente, pensé que, cuando llueve, el tiempo pasa más deprisa y los momentos se tropiezan entre ellos. Ayer, cuando volvía a casa después de acabar con los besos y aunciar que los íbamos a tirar a la basura, pensé que, obviamente, un Febrero, siendo mío, no podía acabar bien. Bien relativamente, es decir, mis Febreros son revueltos, llenos de circunstancias y momentos que se absorben unos a todos, y actúan como una tormenta. Sirven para aprender de todo, sobre todo de mí y de las personas, que, basicamente, son la vida en sí.
Analicemos la siguiente frase: Quién no va a cambiar una semana por un minuto de interferencias. Es curioso lo jodidamente bien que me viene, es incluso cómico que la usara antes de saber que estaría hoy, aquí, ahora, con todo esto a mis espaldas y la sonrisa en la cara.
Please, for once in my life, let me get what I want. Lo gritaría tan alto que os rompería a todos los oídos.

martes, 23 de febrero de 2010

Traga, asiente y sonríe.

lunes, 22 de febrero de 2010

Préstame un hilo de luz.

¿Me quieres? Si no es así, no sé qué estamos haciendo aquí. Son cosas que necesito saber, que necesito que me repitas una y otra vez para que no se me olvide, o para recordarlo bien. Quiero que me lo digas, no sólo con los ojos y los labios sino con palabras y hechos. Quiero que me lo susurres al oído y que aparezcas en mis sueños. Te aseguro que no seré yo quien caiga, o quien sufra, quien salga perdiendo, quien corra, huya o grite. Te aseguro que amar ya he amado suficiente y que amarme ya me han amado demasiado poco, o demasiado en falso.

domingo, 21 de febrero de 2010

Caminaré ciego, porque sé que miras.

Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;

no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;

huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor süave,
olvidar el provecho, amar el daño;

creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño;
esto es amor, quien lo probó lo sabe.
Lope de Vega

jueves, 18 de febrero de 2010

Que bajen tus labios y me callen.

Te escucho cerca, real, in-finito. Te puedo ver, tocar, besar. Te recogo al suelo de mis espantos, te araño el corazón. Me reblandeces. Me recuerdas. Me enterneces, reencuentras, rescatas.
Casi, me tocas el corazón.