jueves, 25 de febrero de 2010
El valor para marcharse, el miedo a llegar.
Suelo quejarme de las despedidas. Suelo hacerlo porque digo que, constantemente, vienen sin avisar, y van sin que me haya dado cuenta. Me quejo de que no las saboreo, porque ni siquiera sé que están, de que no me conceden tiempo suficiente, de que ningún tiempo será nunca suficiente. Ahora, sin embargo, estamos aquí, anunciando esta despedida, susurrando palabras de amistad a nuestros oídos mientras nuestros brazos se recogen. Ahora, estamos aquí, y aunque sepa que me despido de tí para siempre, o quizá la palabra siempre sea demasiado abismal como para nombrarla, aunque lo sepa, no me lo creo. No he terminado de abrazarte lo suficiente ni te he repetido las veces suficientes que aquí estaremos aunque sea a kilómetros y kilómetros y kilómetros de distancia.
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odio lo kilómetros, un día decidí odiarlos y creo que ya es irremediable :(
ResponderEliminary también las despedidas.
de qué era esa canción del título!
ResponderEliminarbua, odio cuando no me acuerdo de estas cosas
Ninguna despedida es definitiva salvo la del reo camino del paredón y no siempre...
ResponderEliminarVioleta, eres grande...
Joder, me han salido dos verdades inmensas así del tirón...
llueve en el canal...
ResponderEliminarquizá no sea definitiva...aun así comprendo que es un mal trago, y que duele a más no poder...y por qué no aprovechamos más los últimos momentos que tenemos?siempre caemos en lo mismo...y se quedan tantas cosas en el tintero...
qué bonita tu forma de escribir...
y qué bonita la foto del título
:)
Los kilómetros no deberían existir.
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