domingo, 29 de noviembre de 2009

Todos queremos que nos encuentren.

Las palabras se me hunden, se quedan pegadas por las paredes de mi cuerpo. Siento cada vibración el doble de fuerte de lo que debería, cada sentimiento, cada vida y cada cuerpo, cada mundo interior, me sumergo en los años, en los vivosmuertos, en los dolores subterráneos. Me siento, les siento, absorbo. Prendida de miradas, a tientas, manchada de personas, de almas, palpando entresijos. La magia me espera al otro lado. Para qué estoy aquí si no es para sentir, para recoger los pedazos de los demás, para vivirlos, vivirme. No hay rastro del olvido, no hay ratro del pasado. No hay nada escrito por delante de mí, solo hay hojas en blanco deseando dejarse escribir, ansiosas de escurrir la tinta, o el barro, qué mas da. Dime que te encontraré o que me encontrarás. Recuerda que estaré cerca del bullicio, perdida dentro de mi propio ruido. Sé que me dejo llevar(o llover) demasiado por el momento o por la sensación, que me empapo demasiado de todo, que ardo o exploto en cualquier momento sin motivo alguno, o motivo aparente; sé que duraré más tiempo si absorbo que si floto. Prefiero escapar de vez en cuando y el vértigo a los precipicios, prefiero reír, llorar, hablar de más o de menos, que la inercia de mirar y no ver nada más que yo-yo-yo. Prefiero esquiar hacia arriba.

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