No me gustan las margaritas. Quizá porque me mienten, quizá porque me dicen la verdad.
lunes, 31 de agosto de 2009
miércoles, 26 de agosto de 2009
Oh, baby...
Quiero que haga frío. Y volver a tomar café sin hielo. Comprarme unos guantes y luego cortarles la punta de los dedos, aunque sea una estupidez. Quiero que mi nariz se vuelva roja de frescor. Que llueva de vez en cuando y calarme hasta los huesos de sucesos. Llevar cincuenta capas y no encontrar sudor. Colgar el abrigo en el perchero, dejar la bufanda por los suelos. Encontrar calor en los rincones, llenarlos de emociones. Descorchar el hielo de los botones. Quiero labios amoratados, abrazos que me den calor. Recoger colores y pegarlos por las paredes. Reírme de la navidad. Sonreír por las mañanas, que se hielen las ventanas. Suspirar, mirar, esperar, aparecer y desaparecer. Enfrascar fracasos, romperlos, desatar los lazos. Llover, oler la lluvia. Quiero frío, engancharme a él.
domingo, 23 de agosto de 2009
Y en adelante, seguí
Cuando el miedo abismal pasó a ser un frío glacial. Cuando la sonrisa empezó a confundirse con la risa. Cuando llanto y dolor se fundieron en la misma frase. Cuando el tú y el yo empezaron a distanciarse. Cuando tus ojos me nublaron la vista. Cuando las noches en vela se llenaron de todo menos de mí. Cuando no me encontré por ningún sitio. Cuando mi independencia se quedó sin el "in". Cuando las mañanas despertaron sin cielo. Cuando se me fundieron las palabras en el aire. Cuando no ví más que recuerdos por las paredes. Cuando creí que la realidad era ficticia. Cuando las promesas se cayeron a mis pies. Cuando los besos dejaron de verse en las esquinas. Cuando ví a dos personas en una. Cuando el espejó dejó de verme por allí. Cuando se me rompió la razón. Cuando llegué a sangrar de dolor. Cuando tu olor empezó a aparecer sin tu cuerpo. Cuando perdí sentido y opinión. Cuando le grité al corazón que dónde estaba. Cuando te quería por la mañana, por la tarde y por la noche. Cuando los días empezaron a tacharse sin razón. Cuando te ví lejos de aquí. Cuando presente fue con pasado pegado al lado. Cuando la esperanza dijo, no me muevo de aquí. Cuando no creí lo que ví ni ví lo que creí. Cuando las personas sólo eran murmullos a mil kilómetros de mí. Cuando mi cabeza se llenó de todo lo que ocurrió. Cuando se llenó de todo lo que no ocurrió. Cuando la nada sucedió. Cuando comenzó a escribirse solo un "te echo de menos" a principio de conversación. Cuando te quise hasta rabiar. Cuando la vida se convirtió en herida.
Entonces,
Me conocí. Y conocí el sabor de saber vivir por mí, sin necesidad de tí, ni de ellos.
Entonces,
Me conocí. Y conocí el sabor de saber vivir por mí, sin necesidad de tí, ni de ellos.
sábado, 22 de agosto de 2009
Sentada frente al mar,
Mientras el mundo gira
Paseantes que, tranquilos, dejan su huella en la arena. Una niña juega a las palas en bragas; ¡Qué lujo eso de tener 4 años y hacer lo que te apetezca sin levantar miradas asustadas hacia tí! ¿Qué pasaría si yo hiciera lo mismo?... Hasta yo llamo loco al loco de la playa, ese que canta a grito pelao' sus canciones sin ningún tipo de verguenza. Probablemente sea de las mejores personas de por aquí. Y lo más seguro es que no esté loco. Los locos somos nosotros. Yo llevo una sudadera y unos pantalones cortos, en pleno Agosto y plena playa, es una pena.
Cambiando de tema, mi familia no entiende a los emigrantes. Me siento incomprendida, y precavida, suelto mi opinión. Por un momento creí que a cambio iba a recibir un "Tú que sabrás...", pero me miran, comentan, y siguen con el tema.
Pero lo que realmente me ha sorprendido hoy, es que alguien pueda estar casi un mes utilizando acondicionador en vez de champú, y no darse cuenta. Bendita adolescencia...
Paseantes que, tranquilos, dejan su huella en la arena. Una niña juega a las palas en bragas; ¡Qué lujo eso de tener 4 años y hacer lo que te apetezca sin levantar miradas asustadas hacia tí! ¿Qué pasaría si yo hiciera lo mismo?... Hasta yo llamo loco al loco de la playa, ese que canta a grito pelao' sus canciones sin ningún tipo de verguenza. Probablemente sea de las mejores personas de por aquí. Y lo más seguro es que no esté loco. Los locos somos nosotros. Yo llevo una sudadera y unos pantalones cortos, en pleno Agosto y plena playa, es una pena.
Cambiando de tema, mi familia no entiende a los emigrantes. Me siento incomprendida, y precavida, suelto mi opinión. Por un momento creí que a cambio iba a recibir un "Tú que sabrás...", pero me miran, comentan, y siguen con el tema.
Pero lo que realmente me ha sorprendido hoy, es que alguien pueda estar casi un mes utilizando acondicionador en vez de champú, y no darse cuenta. Bendita adolescencia...
lunes, 17 de agosto de 2009
Vértigo.
Descuida, sobra tiempo. Aunque me arranque la piel de deseo. No importa que aparezcas de nuevo, un instante. No te quiero aquí dentro demasiado tiempo. Me arrastran impulsos y me desbordan emociones. Me da igual no volver a encontrarme conmigo en un rincón. Sé que el fuego sólo va a quemarme la piel; y que si me cubro de hielo costará que traspase. Tengo el corazón al otro lado de la habitación, derritiendo el frío a golpes. ¿Por qué tiene que decirme algo tu sonrisa si sólo estás enseñandome los dientes? Añora, otros tiempos y otros constantes. Creo que hablo en otro idioma, o que aunque utilice el mismo código nunca conseguirán comprenderme. Colores. Pinceladas de color. Extraños con años de experiencia. Descuida, ya estoy muy lejos de aquí.
domingo, 16 de agosto de 2009
Manojos de perder
Olías a vainilla. Sabías a vainilla. A una mezcla de vainilla y canela. Y eso me gustaba. También tus noches en vela y los cientos de cigarrillos que te fumabas al día. Tu manera de hablar. Tus ropas anchas, tus labios. Y como te mordías el labio inferior. Cuando te sonrojabas y cuando no podías evitar sonreír. Cuando te enfadabas. Tus besos, la pasión que derramabass en cada uno de ellos. Tus rizos, la forma en la que caían. Me encantaba que no pararas de hablar en todo el día. Tus manías, todas ellas. A veces, nos tocábamos con los ojos. Nos abrazábamos a la música. Aún, cuando cierro los ojos, recuerdo tu silueta, cuando, en plena noche, despertabas y, con un cigarrillo entre dos dedos, observabas como quitaban las calles. No supiste soportar mis locuras. Mi libertad. Las almas que tocaba con los dedos. Y sé, que aunque me entiendas, no era mundo para tí. Buscabas besos fieles, amores eternos y verdaderos...¿verdaderos? Nuestro amor fue verdadero; te amé como pocas veces supe hacer. Sólo esperaba un poco de tus ojos y algo de tu corazón. Retenerte el mayor tiempo posible...
Escribí cientos de historias enamoradas por si en alguna, caía yo...
Escribí cientos de historias enamoradas por si en alguna, caía yo...
martes, 11 de agosto de 2009
Invierno. Frío aniquilador. Piel pálida y pómulos rosas. Abrigo, bufanda. Me querrás tanto como te querré a tí. Seremos felices. Me abrazarás, mirarás mis ojos y susurrarás: "Al fin te encontré." Soñaremos nuestra vida. Pero nuestra vida será un sueño. Tocarás la guitarra, inventarás versos que rozarán tus labios. Tus manos serán suaves, a contraste con las mías. Nuestros silencios serán tan bellos que no valdrá la pena llenarlos de palabras. No necesitaremos nada más. Veremos el mundo en una pompa, con perspectiva. Yo seré tu luna y tú serás mi sol. Llenaremos Madrid de besos, en cada esquina. Nos veremos al alba, cada día. La única melodía que escucharé será tu voz. Me cantarás. Me contarás lo que no me cantes. Nuestro amor será eterno. Como tus ojos, que tampoco tendrán fin. Tu sonrisa será mi musa. Nos conoceremos por una casualidad enlazada a otra casualidad; quizás porque cogemos el mismo autobús, o porque coincidimos a las 7 en clase de inglés, o sencillamente un día te encuentro por la calle y me preguntas: "¿Dónde has estado todo ese tiempo?".
Ayer tuve un año más. Realmente, es un hecho sin importancia. Como los días, un día más, un añó más. Sin embargo, antesdeayer, tenía un año menos que hoy. No fue especial ni distinto a los demás días, pasó, como el resto.
Ayer tuve un año más. Realmente, es un hecho sin importancia. Como los días, un día más, un añó más. Sin embargo, antesdeayer, tenía un año menos que hoy. No fue especial ni distinto a los demás días, pasó, como el resto.
lunes, 3 de agosto de 2009
De frambuesa y piña, por favor.
Creía en la magia, en las casualidades y en el amor. En la gente y en las leyendas, y en aquello de que los sueños siempre se cumplen si los deseas con mucha fuerza.
Su sonrisa era tan dulce, que hacía derretirse a los caramelos. Todas las tardes de domingo, tomaba un helado de frambuesa con piña mientras escuchaba al músico de al lado del lago. Se enamoró de canciones, de miradas, de sonrisas, de sabores, de besos, de personas, de lugares, de sueños...se enamoró de noches y de días, de manos, de caricias y de esperanzas. La vida se enamoró de ella y ella la correspondió. Por las noches, hablaba con las estrellas, les confesaba sus secretos. Le encantaba bailar, y lo hacía muy mal, pero ella sólo veía a sus pies moverse de un lado a otro. Su madre siempre le advirtió que no debía sonreír a desconocidos por la calle, sin embargo, ella no veía ningún inconveniente en hacerlo. Adoraba a su madre; cada día, cuando terminaba sus "tareas diarias"(ella consideraba realmente divertido todo aquello de la vida cotidiana) se acercaba a visitarla y charlaban durante horas, de la vida y de la gente, y de los sueños. Vivía en una pequeña casita cerca de la heladería. La llenó de velas, para atraer la magia. Pasaba horas mirando por la ventana, viendo a niños gritar y saltar, a ancianos pasear y a parejas cogidas de la mano. Cuando llovía, bajaba corriendo por las escaleras, se quitaba los zapatos y esperaba hasta que el vecino de en frente, el viejo Gus, le gritara "¡Entra a casa, niña, que te vas a resfriar!", y entonces, ella, le guiñaba un ojo y entraba a casa a darse un largo baño de agua caliente, con las luces apagadas y las velas encendidas. Cantaba, todas la horas del día, hasta que se le agotaba la voz. Escribía, demasiado, hasta que no encontraba más palabras debajo del papel. Amaba a La Luna, decía que era realmente preciosa. Olía a frescura, que a veces se confundía con olor a alegría. No usaba tacones, pero sí vestidos, muchos vestidos, y faldas, muchas faldas, de todos los colores. Vivía de la vida, y su gran sueño era soñar siempre. Hasta que, un día, La Luna la visitó y ella se fugó con ella. Cuentan que visitaron al Sol, y que recogieron muchas estrellas. Cuando volvió, se encontró con una casualidad, y ésta, le presentó al amor, que nunca la traicionó.
Su sonrisa era tan dulce, que hacía derretirse a los caramelos. Todas las tardes de domingo, tomaba un helado de frambuesa con piña mientras escuchaba al músico de al lado del lago. Se enamoró de canciones, de miradas, de sonrisas, de sabores, de besos, de personas, de lugares, de sueños...se enamoró de noches y de días, de manos, de caricias y de esperanzas. La vida se enamoró de ella y ella la correspondió. Por las noches, hablaba con las estrellas, les confesaba sus secretos. Le encantaba bailar, y lo hacía muy mal, pero ella sólo veía a sus pies moverse de un lado a otro. Su madre siempre le advirtió que no debía sonreír a desconocidos por la calle, sin embargo, ella no veía ningún inconveniente en hacerlo. Adoraba a su madre; cada día, cuando terminaba sus "tareas diarias"(ella consideraba realmente divertido todo aquello de la vida cotidiana) se acercaba a visitarla y charlaban durante horas, de la vida y de la gente, y de los sueños. Vivía en una pequeña casita cerca de la heladería. La llenó de velas, para atraer la magia. Pasaba horas mirando por la ventana, viendo a niños gritar y saltar, a ancianos pasear y a parejas cogidas de la mano. Cuando llovía, bajaba corriendo por las escaleras, se quitaba los zapatos y esperaba hasta que el vecino de en frente, el viejo Gus, le gritara "¡Entra a casa, niña, que te vas a resfriar!", y entonces, ella, le guiñaba un ojo y entraba a casa a darse un largo baño de agua caliente, con las luces apagadas y las velas encendidas. Cantaba, todas la horas del día, hasta que se le agotaba la voz. Escribía, demasiado, hasta que no encontraba más palabras debajo del papel. Amaba a La Luna, decía que era realmente preciosa. Olía a frescura, que a veces se confundía con olor a alegría. No usaba tacones, pero sí vestidos, muchos vestidos, y faldas, muchas faldas, de todos los colores. Vivía de la vida, y su gran sueño era soñar siempre. Hasta que, un día, La Luna la visitó y ella se fugó con ella. Cuentan que visitaron al Sol, y que recogieron muchas estrellas. Cuando volvió, se encontró con una casualidad, y ésta, le presentó al amor, que nunca la traicionó.
sábado, 1 de agosto de 2009
Aquí, lejos de la sociedad.
Amanece frío, a estas alturas del verano. Las persianas se han encogido hasta esconderse. El espejo dice "buenos días, señorita". Mientras bajo por las escaleras, miradas congeladas me observan modo fotografía. El suelo está frío y mis pies descalzos. Croissant, recién sacado del horno. Llueve a mares. El suelo hace muecas y el viento mueve lo que le apetece. Salgo a empaparme, a escuchar al barro florecer. Unas voces cantan "precaución". Las gotas de agua me acarician, susurrándo versos por mi piel. El marcador indica "cero-cero".Mi letra escribe por mí y mis pasos me acercan al sol. Dicen por ahí que esta noche las estrellas se quedan fuera, no se van a dejar ver. Me he guardado unos cuantos recuerdos en el bolsillo y he tirado al mar algún fracaso. Marea me dice que pa tocar el corazón, es mejor no abrir la boca, y yo, me dedico a cantarselo al poco mundo que tengo cerca. Dice la luna que no duerme, que espera al sol, que le prometió que volvería. A veces, me gusta acordarme de ti, pequeño. De tu sonrisa y de tu manera de mirar(me), de tu descaro y de lo mucho que me ayudaste a olvidarme de todo sin querer. Y yo, me conformo con papel y sueños.
Dulce mentira para dos.
-Dime, ¿cuánto tiempo hace que no amas?
-...¿Que cuánto hace?
-Sí, ¿cuándo fue la última vez?
-Esa es una pregunta estúpida.
-¿Por qué? Respondela de una vez.
Se quedó callado, mirándola, y luego apartó la vista. Encendió un cigarrillo.
-El amor no existe, eso deberías saberlo. Todo es una mentira, niña. Es sexo, atracción... ¿Amor? El amor se lo han inventado para justificarse, para que quede más bonito, ¿entiendes?
-¿Cómo se puede ser tan frío? ¡Y tan mentiroso!...A ti te han hecho daño, es eso, ¿no?
-Cállate, niña, cállate. No tienes ni idea, de nada. Ni del amor, ni de las mentiras, ni de mí. Así que lárgate.
-¿Por qué tienes tanto miedo? ¿De qué? ¿De tí? ¿De que te hagan daño? Negando las cosas no llegarás a ninguna parte. Crees que esa capa de frialdad te servirá como escudo, que nada puede traspasarte. Eres una persona, y las personas sienten, aunque te duela.
-Pobre ingenua... ¡Vete! Vuelve a tu mentira cotidiana. Vamos, ¿qué haces aquí todavía, niña?
-Todavía la amas, todavía la amas y por eso te mientes...
Se levantó de la silla y corrió hacia ella, se paró a unos pasos. Estaba furioso.
-¡¡Cállate!! ¡¡Vete de aquí de una vez, niñata!!
Ella, todavía en calma, volvió a mirarle a los ojos, y se fue.
-...¿Que cuánto hace?
-Sí, ¿cuándo fue la última vez?
-Esa es una pregunta estúpida.
-¿Por qué? Respondela de una vez.
Se quedó callado, mirándola, y luego apartó la vista. Encendió un cigarrillo.
-El amor no existe, eso deberías saberlo. Todo es una mentira, niña. Es sexo, atracción... ¿Amor? El amor se lo han inventado para justificarse, para que quede más bonito, ¿entiendes?
-¿Cómo se puede ser tan frío? ¡Y tan mentiroso!...A ti te han hecho daño, es eso, ¿no?
-Cállate, niña, cállate. No tienes ni idea, de nada. Ni del amor, ni de las mentiras, ni de mí. Así que lárgate.
-¿Por qué tienes tanto miedo? ¿De qué? ¿De tí? ¿De que te hagan daño? Negando las cosas no llegarás a ninguna parte. Crees que esa capa de frialdad te servirá como escudo, que nada puede traspasarte. Eres una persona, y las personas sienten, aunque te duela.
-Pobre ingenua... ¡Vete! Vuelve a tu mentira cotidiana. Vamos, ¿qué haces aquí todavía, niña?
-Todavía la amas, todavía la amas y por eso te mientes...
Se levantó de la silla y corrió hacia ella, se paró a unos pasos. Estaba furioso.
-¡¡Cállate!! ¡¡Vete de aquí de una vez, niñata!!
Ella, todavía en calma, volvió a mirarle a los ojos, y se fue.
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