viernes, 4 de septiembre de 2009

Y entre tanto barro...

Humo. Mirada perdida y bolsillos llenos de billetes directos a ninguna parte. Tu único triunfo fue el dinero. Cuántas putas compraste. Cuántos labios malgastaste. Estabas enfermo, enfermo de tanto odiar, de tanto consumir(te). El tabaco era tu alivio, recurrías a él constantemente. Tus manos temblaban, cuando esperabas, cuando te disponías a establecer cualquier conversación. No amaste nunca, quizá fue eso, frialdad afectiva, diría Ray. Disfrutabas con el sufrimiento ajeno, disfrutabas destrozando vidas y rompiendo lazos. Era una especie de venganza, lo que tú nunca tuviste. El sudor de aquella chica al sentir tus manos en su espalda, la ambición, el deseo, el placer, pero nunca él, nunca el amor. Tu risa era estridente. Puede que, quizá, llegaras a algún sitio con aquellos ojos, con aquellas manos...

No hay comentarios:

Publicar un comentario